domingo, 16 de diciembre de 2018

¿Qué son los metales pesados y otras toxinas? ¿Porqué nos hacen daño?; por Eugenia Reboll, Naturópata

Por todas partes nos encontramos con artículos, entrevistas, videos, etc., que mencionan a los metales pesados y otras toxinas como culpables de muchos problemas de salud.

Empecemos por aclarar qué es una toxina.

Una toxina es una sustancia, natural o no, que de alguna manera su contacto con ella nos perjudica.

Existen dos tipos de toxinas: las naturales y las artificiales (creadas por el hombre).

Cuando hablo de toxinas naturales me refiero a sustancias que se encuentran en la naturaleza, que no fueron creadas por el hombre; pero que al estar en contacto con ellas nos hacen daño.

Ejemplos de toxinas naturales:

Metales pesados que pueden estar normalmente el agua que bebemos, el aire que respiramos y los alimentos que ingerimos. No me refiero aquí a la contaminación provocada por el ser humano. Los metales pesados están en la naturaleza. Forman parte de la corteza del planeta Tierra. Y en la medida que la erosión va desgastando las rocas y el agua de los ríos arrastra parte los materiales del lecho por donde pasa, éstos se hacen accesibles a nosotros y quedamos expuestos a su contacto. Este es el caso del mercurio, el cadmio, el plomo, etc.

Alimentos tóxicos como por ejemplo la yuca amarga, cuya toxicidad puede ser mortal para los seres humanos. Alimentos contaminados por hongos o bacterias. Venenos de animales como por ejemplo algunas serpientes, arañas y otros. Otros venenos de animales que osadamente consumimos como el pez globo. Incluso existen animales como los mejillones que acumulan en su cuerpo las toxinas de lo que es su alimento natural y que superado cierto límite, pueden intoxicarnos si los consumimos. Es el caso de lo que se conoce como “marea roja”, que no es más que el crecimiento desmesurado de cierto tipo de fitoplancton marino.

Sustancias de desecho de microorganismos: éstos son metabolitos de patógenos con los que nos hemos estado en contacto. Me refiero a los hongos, virus y bacterias que nos han infectado. En muchas ocasiones no es el patógeno en sí el que nos enferma sino sus productos de desecho, que intoxican nuestros fluidos corporales.

Productos de nuestro propio metabolismo, como el ácido úrico, el ácido láctico, etc.. Hormonas como el cortisol y la adrenalina que se hayan producido en exceso y el cuerpo no esté en capacidad de neutralizar. Incluso otras hormonas que normalmente son necesarias pero que en determinados momentos el cuerpo ve limitada su capacidad de metabolización, como los estrógenos por ejemplo.

El estrés crónico es nuestra principal fuente de toxinas internas.

Materiales radiactivos naturales como el radón, el uranio y el plutonio.

Existen también toxinas artificiales. Las fabricadas por el ser humano. Son las más conocidas. Se habla de ellas cuando mencionamos la palabra contaminación. Ejemplos de ellas:
Insecticidas, plaguicidas y pesticidas sintéticos como el DDT, el glifosato y otros, que se utilizan ampliamente en la agricultura intensiva. Dioxinas, ftalatos, furanos y bifenilos policlorados (BPC) provenientes de los plásticos que usamos diariamente.

Solventes orgánicos como la acetona, el benceno, el tolueno, tetracloruro de carbono y muchísimos más que se utilizan ampliamente para producir productos de limpieza, pinturas y materias primas para otras industrias.

Combustibles procesados como la gasolina y el diésel, y todos los productos derivados de la industria petrolera.

Prácticamente todos los productos que se emplean en la fabricación de pinturas, lacas, tintes, adhesivos, anticongelantes, detergentes, desengrasantes, combustibles y lubricantes, conservantes de tejidos, gomas, plásticos, explosivos y un largo etcétera.

Amalgamas dentales, que aunque los metales son naturales, no lo es el uso irresponsable que se hace al colocarlos en la boca. Al amalgamarlos con mercurio dejan de ser naturales y ya entran en la categoría de toxinas artificiales.

Materiales de desecho de la fabricación de productos industriales, que pueden contener compuestos orgánicos tóxicos y/o metales pesados. Por ejemplo pilas, circuitos electrónicos, carcasas plásticas, botellas y envases, etc.

Campos electromagnéticos artificiales, como los generados por las instalaciones eléctricas domésticas e industriales y por las emisiones de microondas de la industria de las telecomunicaciones. Son invisibles y por ello muchas veces no los tomamos en cuenta, pero en la actualidad, son una importante fuente de contaminación.
Todas estas toxinas, naturales o no, tienen el potencial de perjudicarnos, afectando nuestra salud. Algunas lo harán en cualquier caso. Otras lo harán tan solo si están en una cantidad suficiente y nuestro organismo no puede sacarlas a una velocidad mayor a la que se acumulan en nuestro cuerpo.

¿Qué consecuencias para nuestra salud pueden ocasionar las toxinas?

No importa si la toxina es natural o artificial, de igual manera nos va a perjudicar. Lo importante es identificarla y evitar su efecto nocivo para nuestra salud.

Por ejemplo, las emanaciones naturales del gas radón son la segunda causa de cáncer de pulmón, solo superada por el tabaco.

En general, las toxinas atmosféricas (humos provenientes de plantas de procesamiento industrial o de la industria aeronáutica, emanaciones de vehículos, crematorios, quema de basura, etc.) aumentan el riesgo de padecer de enfermedades respiratorias agudas (asma, neumonía, etc.) y crónicas (cáncer, enfisema pulmonar, silicosis, etc.), incluso enfermedades cardiovasculares.

De acuerdo a la OMS Cuanto más bajos sean los niveles de contaminación del aire mejor será la salud cardiovascular y respiratoria de la población, tanto a largo como a corto plazo. Esto es tan importante que para el año 2012, la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provocó cada año aproximadamente 3 millones de muertes prematuras.

Los metales pesados como el mercurio, el plomo, el cadmio, etc., provocan daños neuronales afectando el funcionamiento normal del cerebro y de todo el sistema nervioso. Afectan órganos como el hígado, los riñones y todo el sistema hormonal. Pueden conducir a diabetes, enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares y óseas. Son también precursores de diversos tipos de cáncer.

Los contaminantes orgánicos como solventes y derivados de los plásticos tienen la capacidad de ser cancerígenos o disruptores endocrinos. Se les denomina disruptores endocrinos porque pueden provocan trastornos hormonales tan diversos como diabetes, trastornos tiroideos, infertilidad, insomnio, fatiga crónica, etc.

En resumen, las toxinas naturales o no, son sustancias que tienen la capacidad de dañar nuestro organismo provocando una gran cantidad de enfermedades agudas y crónicas.

Es importante estar conscientes de que nos afectarán dependiendo del tipo y la cantidad de toxina con la que hemos estado en contacto y de la capacidad de nuestro cuerpo para desintoxicarse de ella.

Si queremos mantenernos sanos debemos aprender cómo podemos estimular el sistema de desintoxicación que posee nuestro cuerpo. De eso hablaremos en próximos artículos.

Si crees que estás contaminado(a) y esto está perjudicando tu salud, te invito a que nos lo cuentes en el área de comentarios. Mi correo electrónico es ereboll@gmail.com

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