Instintivamente hemos sabido por mucho tiempo que nuestra forma de pensar afecta nuestra forma de sentir. Este nuevo campo explica la comprensión científica de cómo interactúan la psicología y los procesos del cuerpo físico.
Lo que estamos descubriendo es que hay una conversación bidireccional entre el cuerpo y la mente, lo que significa que el cuerpo puede afectar los pensamientos que tenemos, mientras que nuestros pensamientos también pueden afectar a nuestros cuerpos físicos a través de los sistemas inmunológico, hormonal y neurológico.
Comenzando con la mente, el cerebro se comunica con el cuerpo a través del sistema nervioso autónomo, que se compone de los sistemas simpático y parasimpático. En general, el sistema simpático se conoce como el sistema de "vuelo o vuelo" excitador. El sistema nervioso parasimpático es el sistema más relajado de “reposo y digestión”. Ambos sistemas son necesarios, y lo más importante es el equilibrio entre los dos. Necesita estar lo suficientemente estimulado para despertarse por la mañana, para concentrarse y trabajar, y para ejercitarse y energizarse, mientras que también necesita estar lo suficientemente tranquilo para dormir por la noche, recuperar energía y digerir adecuadamente los alimentos.
Cuando el equilibrio está desactivado, el cuerpo recibe una señal unilateral del cerebro que tiene efectos posteriores en muchos sistemas. Un cerebro constantemente estresado creará cambios en la estructura física del cerebro y conducirá a una disminución de la función inmunológica. Lo hace creando neuropéptidos dentro del cerebro que viajan al torrente sanguíneo y reducen el número y la efectividad de las células inmunitarias, así como también cambian el equilibrio de las hormonas en el cuerpo para reflejar un estado más sensible al estrés. Así es como nuestros pensamientos y preocupaciones pueden llevar a cambios físicos que tienen consecuencias reales, como enfermarse con mayor frecuencia, disminución de la capacidad para combatir infecciones graves y aumento de la inflamación, problemas digestivos y dolor.
Este camino también puede funcionar al revés. Tener inflamación crónica o por enfermedades autoinmunes, infecciones recurrentes o incluso por niveles crónicos de azúcar en la sangre, también afecta el funcionamiento del cerebro. Estos estados inflamatorios crean moléculas llamadas citoquinas que llevan la señal al cerebro que hace que una persona experimente cosas como el estrés, la ansiedad, la preocupación y los pensamientos repetitivos.
Cuando alguien está experimentando síntomas físicos o mentales, ahora es muy evidente que tanto la mente como el cuerpo deben abordarse si queremos llegar a la causa raíz. La psiconeuroinmunología explica qué tan interconectados están realmente nuestros sistemas y cómo debemos considerar a la persona como un todo para hacer cambios reales en nuestra salud y bienestar.
Fuente: drchristinabjorndal.com
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