martes, 6 de marzo de 2018

El autor de 'Curar con la fuerza de la naturaleza', una de las voces más destacadas sobre Naturopatía, defiende los métodos de esta disciplina

Ayuno, hierbas medicinales, hidroterapia, meditación, vegetarianismo... "Muchos de estos tratamientos se promocionan a través de publicidad -algo que suscita ciertas reticencias- mientras que otros, pese a su eficacia, son contemplados con menosprecio por médicos que no tienen el más mínimo conocimiento sobre ellos". Son palabras del doctor alemán Andreas Michalsen, médico internista, profesor de Naturopatía Clínica en el Hospital Universitario berlinés Charité y una de las voces más prestigiosas sobre esta disciplina. Nacido en el seno de una familia de médicos naturópatas y nieto de Sebastian Kneipp, considerado el precursor de la hidroterapia, defiende sus métodos en el libro Curar con la fuerza de la naturaleza -que ha vendido más de 200.000 copias en Alemania-, técnicas con un enorme potencial para curar enfermedades que poco a poco se van quitando la etiqueta de anticuados.

PREGUNTA.- ¿Por qué la mayoría de los médicos desconfían de la naturopatía?

RESPUESTA.- Entre los años 50 y 80 la medicina moderna tuvo muchos éxitos: operaciones, antibióticos, vacunas... La naturopatía empezó a verse como algo obsoleto.

P.- ¿Dónde llega la naturopatía que la medicina convencional no puede?

R.- Ésta es muy buena para tratar enfermedades graves, pero no dolencias crónicas, que han aumentado debido a que cada vez nos movemos menos, comemos demasiado y mal. En este tipo de afecciones no aporta soluciones: sólo contrarresta síntomas, pero no las cura. Por ello, es muy frecuente encontrar personas que con 60 o 70 años son obesas, tienen la presión arterial alta y problemas coronarios. Además, en Alemania una persona de 65 años toma entre cuatro y ocho pastillas al día, lo que provoca efectos secundarios. A pesar de ello, me sigue pareciendo arriesgado expresar abiertamente mi planteamiento cuando estoy entre compañeros, que con frecuencia acaban diciendo que me sirvo de remedios caseros.

P.- ¿Pero en realidad tiene base científica?

R.- Por supuesto que sí. Hay estudios que confirman los beneficios del yoga contra los dolores de espalda, el uso de ventosas, sangrías o sanguijuelas contra la artrosis, el tratamiento de la hidroterapia para controlar el estrés y favorecer el sistema inmune -hay estudios que corroboran que darse una ducha alternando calor y frío cada mañana hará que tengamos menos resfriados- y la alimentación vegana contra la presión arterial. El problema es que la naturopatía no se ha establecido en las universidades y por ello hay mucho charlatán sin formación.

P.- Habla de crisis de la medicina actual. ¿Qué es lo que no se enseña en las facultades?

R.- Por ejemplo, algo escandaloso es que la mayoría de facultativos no tienen ningún conocimiento sobre nutrición. Se pueden tratar muchas dolencias con ella, pero si un paciente llega a su médico con reúma o depresión le dirá: «Tome estas pastillas y siga comiendo lo que quiera», y ese es un planteamiento equivocado.

P.- ¿Se acepta de forma diferente en unos países y otros?

R.- Hay un gran interés hacia la naturopatía en EEUU, Alemania (donde hay varias cátedras), Suiza y países orientales como China o la India. En Europa también tenemos una medicina tradicional pero la hemos olvidado, pero en los países orientales nunca se ha dejado de lado: en la India la naturopatía es estatal (ayurveda), lo mismo en Japón o China con el uso de acupuntura, las hierbas y el taichí. En España se observa muy críticamente.

P.- Usted defiende el ayuno y el vegetarianismo, ¿cuáles son sus beneficios reales?

R.- Investigadores con renombre y estudios publicados en la revista Science corroboran sus consecuencias positivas en la salud y poco a poco está llegando a la prensa y la población. Me acuerdo de cuando se recomendaba hacer entre cinco y seis comidas al día... Una locura. Lo mismo pasa con el vegetarianismo. Desde el punto de vista histórico, se pasaron periodos de hambruna, luego llegó la época de la abundancia en la que comer carne era sinónimo de bienestar. La industria ha fomentado esa idea a través del márketing -¿has visto alguna vez un anuncio de brócoli?- aunque las investigaciones se están dirigiendo hacia todo lo contrario: la OMS catalogó la carne roja como cancerígena. Y la realidad es que la cantidad que comemos en Europa es cinco veces por encima de lo que deberíamos.

P.- ¿Está viendo un avance en este sentido en la población?

R.- Sí, la gente más joven está cada vez más preocupada por vivir de forma saludable, no estar obeso sino en forma. Eso sí, son muchas más mujeres -un 70% frente al 30% de hombres- las que se interesan por esto, principalmente en lo que concierne a la nutrición, vegetarianismo y la meditación. Los hombres, en cambio, son un poco más difíciles de convencer... (risas).

Fuente: El Mundo

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