En Catalunya, médicos y terapeutas de la talla de Vidaurrazaga, Alfonso, Angelats, Falp, protagonizaron esta primera parte de la historia; la guerra generó un paréntesis, y en los años 70 la sociedad recuperó el hilo histórico con la creación de las primeras escuelas estables, mientras que en Suiza o Alemania este fenómeno se produjo a mitades de los años 50. Esto nos lleva a la situación actual, y por tanto al proceso iniciado por la Administración en Catalunya, hará poco más de tres años y que se prevé que concluya con un Decreto que aún no se ha hecho público ni tampoco aprobado por el Parlamento, por lo que nos ubica en la dinámica de un proceso que aún puede sufrir cambios de sentido y orientaciones, por otra parte deseables, con el fin de situarlo en las mencionadas coordenadas históricas. La razón de ser de los terapeutas formados en estas escuelas es seguir el papel social iniciado por los pioneros y no la de ser un nuevo titulado universitario. La profesión de Terapeuta se basa en un oficio con habilidades y prácticas propias, por esta razón se hace necesario reconducir el proceso de acreditación iniciado en Catalunya y por tanto es necesario que se conozca que aún puede sufrir cambios de sentido y orientación.
Hay que tratar de reconducir el proceso: más hacia la higiene que hacia la terapia correctora pura y dura, más hacia la alimentación, en su contexto antropológico, que hacia la nutrición, más hacia las experiencias positivas acumuladas que hacia la validación científica, más hacia la pluralidad terapéutica docente y profesional que hacia la uniformidad y la simplificación, más hacia la libertad de elección del ciudadano para escoger escuelas, terapias y terapeutas que hacia la imposición, por Decreto, de algunas de ellas.
Decimos esto porque en el momento actual creemos que la Administración de Salud catalana debe entender y recuperar la esencia de las terapias naturales y resituándolas en un contexto real y práctico y, por lo tanto, menos conflictivo con el resto de las profesiones sanitarias. En este sentido tenemos la certeza de que el médico necesita más a un colaborador fiable y responsable que no a un nuevo escalafón sanitario de dudosas competencias como pretenden, por suerte, sólo algunos.
Si este modelo que planteamos, por fin, es comprendido por la Administración y el Decreto lo consolida será una buena cosa para Catalunya y para el resto del Estado.
Es lo que esperamos y por lo que trabajamos a diario.
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